Mi casa es un caos con el equipo de viaje desparramado por todos lados. Es mucho lo que hay que llevar y no me quiero olvidar de nada. Por suerte no vamos a necesitar equipos técnicos pesados como botas plásticas, grampones y piqueta, pero dada la diversidad del recorrido (montaña, playa y safari) tenemos que llevar mucha indumentaria porque hay que estar preparado para todo: calor, frío extremo, lluvia, viento y nieve.
Los pasajes aéreos los compramos con mucha anticipación para conseguir una buena tarifa. En la mayoría de agencias ni saben donde queda Kilimanjaro y son pocas las compañías aéreas que viajan hasta allí. Tenemos varias escalas antes del destino final: de Buenos Aires volamos a Johannesburgo, después a Dar es Salaam (antigua capital de Tanzania), de allí hasta la isla de Zanzibar donde nos quedamos 2 días volviendo luego en barco a Dar es Salaam para tomar el último avión hasta el aeropuerto internacional Kilimanjaro en Arusha. Quisimos contratar un seguro para todo el viaje pero no fue posible; ninguna compañía asegura las actividades de montaña por ser consideradas de alto riesgo. Por eso, optamos por uno seguro convencional para el resto de los días que no incluyen el ascenso.
Un punto importantísimo de los preparativos son las vacunas. La única obligatoria que exigen para ingresar al país es la de la fiebre amarilla. Con el resto de las recomendadas, uno puede elegir cual darse y cual no. Yo me puse en manos de Gustavo, que además de ser farmacéutico desde hace 15 años, consultó a un médico especialista en medicina de viajes. Fueron 7 en total más un refuerzo; hepatitis A y B, antitetánica, fiebre tifoidea, polio, sarampión, meningitis y fiebre amarilla. Con la primera me bajó la presión a 8 / 5 y me desmayé (soy muy débil para algunas cosas) pero ya con las otras no tuve problema.
Ahora la única preocupación es mi rodilla. Hace 10 días me caí patinando y me la raspé y golpeé. En poco tiempo el dolor y la hinchazón desaparecieron y ese mismo fin de semana corrí una cross country de 20 km en el Palmar de Entre Ríos. Nunca pensé que un raspón podía complicarme tanto las cosas, pero el tema es que la herida se hizo más grande, se abrió, se infectó y ahora estoy en casa hace 3 días quieta esperando que cicatrice. Por suerte ya está mejor.
Faltan sólo tres días, pero se que va a estar todo bien.
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